domingo, 19 de agosto de 2012

Gamaliel Churata, Wayñusina.


Wayñusina

1.              Por el ayllu, por la moya,
por el uyu de la quiebra,
el Koo-Khena, vaga, bala.
y el hañachu se arrechucha
5          por el ñuñu de la khawra
que le olla, y le tiembla,
y ya siente arder el soma.

Su ansiedad deslíe mieles,
mascotea piojo el ñuñu.
10        Y en el ñuñu la paloma
se abandona, y agoniza
con suspiros que aletean
en el belfo del hañachu.

De hombre de armas la lihwana,
15        ruda, bella pekhe  khawra.
si a la khawra  se le ayunta
hombre es; khawra y fuego cuando
en flor la flor desflora
de la mama de los ayllus.


El poema fue publica en El pez de oro (1957).

viernes, 20 de enero de 2012

"Bregar", "La Libertad" y "Amistad" de Diómedes Morales Salaza



Bregar
                          
Hace ya minutos
horas     días
que el caño cerrado
gotea     mejor dicho
el pueblo amordazado
y paro a paro
quiero decir
gota a gota
se junta el agua hasta desbordar
y el dolor nos insta a luchar

No se cansan los cansados
de cansar y de cansarse
Siempre obreros con trabajo
noctámbulos en su diurnidad
ejercen su ley hasta el final

"Democrático" el Gobierno
percibe los nuevos bríos
y legaliza la represión

Dónde están los cura heridas
Dónde están los cobra deudas
Es la peor desgracia deber a
pobres dicen los millonarios

Guerrero por la causa popular
no me doblegan los agravios
Que digan los patrones si miento
Que digan los andares y tropiezos
Guerrero por la causa popular
no me doblegan los agravios.





La libertad

Yo no soy formal.
No conozco la monotonía.
Ser desigual es mi verdadera
armonía. Y como lo formal
es el mal social, destruye
la maldad de la vil formalidad.
No a la rutina. No a la pena.
No a la dependencia que encadena
la libertad. Sé libre.
Sé el ave errante que se va,
el viento que en todas partes está.
Pues yo soy el mar en la inmensidad,
el amor que se hace realidad.
Yo soy la libertad.
Ven, sumiso, ajeno a ti mismo,
monta el potro de la libertad,
rompe la cadena de la sociedad
y a nadie pidas permiso
para actuar a conciencia.
Ven, sé el hijo del Dios que eres,
el redentor de tus semejantes.
Lucha esclavo del capital,
lucha contra el falso bienestar.
Mata la opulencia que hace sufrir.
Ven, cordero de Dios
que propicias el pecado del mundo,
con tu pecado por no pecar,
con tu Dios por no ser tú el Creador,
verdadero enemigo del redentor,
tu dueño te quiere así,
sujeto al interés de Satanás.
Cordero de Dios que propicias
el pecado del mundo,
sé tu propio redentor,
sé el ave errante que se va,
el viento que en todas partes está.
Pues yo soy el mar en la inmensidad,
el amor que se hace realidad.
Yo soy la libertad.
Bautizado por el padre capitalismo
en la iglesia tanto tienes tanto vales,
Dios todopoderoso nuestro Señor
oferta su producto al mejor postor.
El cliente compra a crédito felicidad
y su deuda aumenta y no puede pagar,
pues los pecados señalados a priori
por los mandamientos de la ley
que gobierna esta grey,
no son el aumento salarial
que deberías tener.
Sé libre. Sé el ave
errante que se va, el viento
que en todas partes está.
Pues yo soy el mar en la inmensidad,
el amor que se hace realidad.
Yo soy la libertad.




Amistad

¿De qué pedazo de vidrio
es la luz que me refleja?

Mío fue el espejo roto
y esperanza se llamaba

A veces me turba y otras
me anima, luego me apura

y conduce hasta dejarme
como no estuve ni estaré

(liso, fluvial, próximo
a desolvidar la olgura)

Voy por eso abrazado a su sí
hasta descascarar su gran no

pues ello es motivo de parar
de horadar la vida y pegarla

cual estampilla a la historia
(como ella: fantasía  temporal).

Diómedes Morales es poeta obrero de la palabra. Ha publicado No intenten sobajarme con quizás (1981) y Perdurancias (1996), es uno de los más importantes animadores culturales de Trujillo.




viernes, 6 de enero de 2012

Dos poemas de Carlos Sánchez Vega


CANTO CREPUSCULAR DE LOS HABITANTE TELÚRICOS


Los arados gritan:
¡TIERRA!
Las raíces gritan:
¡AGUA!
Los bueyes
lloran
de pena.
Los sauces
Palidecen
De
tristeza.
Las palanas
 se oxidan
de cólera
y
la alforjas
se quedan anémicas.
Ya las huellas
de
los llanques
desparecen
en
los campos
y
este campesino
siempre pobre,
siempre afligido,
te grita
¡TIERRA!
¡AGUA!



HIPOTECAS QUE DILATAN LA MEMORIA

Siempre quiso realizar el sueño
de la casa propia.
Trabajó sin descanso
inclusive domingos y feriados.
Renunció  del sindicato
para no tener
que plegarse a las huelgas.
Ahorró hasta el último centavo.
No le importó que le dijeran avaro
amarillo pequeño burgués…
Hizo del sacrificio su ley
y se olvidó de los bautizos
de los matrimonios de los cumpleaños…
Aconsejaba a sus amigos asociarse a una mutual.
Era un gran admirador de las mansiones
con piso de mosaico y amplios ventanales.
No siempre la casa lo compensa todo: aunque
sea propia.
Murió con una angustia de veinte años
sentado en un balcón.




Carlos Sánchez Vega (Cartavio, Perú, 1944). Poeta y narrador. Ha publicado La fuerza de los días (1976) y Fuera del paraíso (1981). 

lunes, 17 de octubre de 2011

El árbol y el cielo, Tomas Transtromer


Los poemas del ganador del Nobel Tomas Tranströmer

El árbol y el cielo


Hay un árbol que camina por la lluvia
nos rebasa de prisa en el gris torrencial.

Tiene una misión. Recoge la vida
de la lluvia como un mirlo en un huerto.

Cuando cesa la lluvia el árbol se detiene.

Ahí está, quieto en las noches claras
como nosotros esperando el momento
de los copos de nieve floreciendo en el espacio.
 
Tomas Transtormer, poeta nacido en Estocolmo (1931), Premio Nobel 2011. El poema ha sido publicado en El Dominical, suplemento El Comercio (Lima 16 de octubre 2011)
 
Foto tomada de:
http://174.132.16.98/1v4_contenido.php?id=223263&sts=1

domingo, 25 de septiembre de 2011

Tres poemas de Hildebrando Pérez Grande (Quipus, Gallo ciego y La sagrada familia)







Quipus

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Ocultos por el tiempo y la maleza, indicios vagos
de otra Edad se enredan con placer en nuestras manos.
Quien lee una inscripción en el pecho de un relámpago
montaraz o avive la memoria como un viejo navío
de totora que navega en el espejo de la tarde, descubre
que el pasado es cosa seria, manantial que aún perdura,
cruz de camino, olas de un por venir esplendoroso, nuestro.
Y la textura de cada nudo inmemorial es una luciérnaga
que oscurece, iluminando, nuestro más íntimo juramento:
opaco lapislázuli, promesa no cumplida, vaso de maíz
fermentado (como el pasado), velamen hinchado hasta
el cogote, agárrennos si pueden, semilla que otoñará
cuando dejemos de existir (como el presente).






Gallo ciego

Un gallo ciego canta
En la terraza de la noche.
Y su esforzado arte
No se pierde en el olvido.
Igual a ti, confunde
El olor de la madrugada
Con el triste respirar de la magnolia.
¿Y entonces, dónde está la Poesía ?

Un gallo ciego ilumina la noche
con el cuchillo limpio de su canto.


La escritura sagrada

Tú no eres más que un racimo de valses
Maravillosamente mundanos. Punto
Y raya. Un relámpago harapiento
De ademanes y remolinos y nomeolvides.
Siempre reverberas sobre la página en blanco
De tus amores perdidos como una lluvia
Inquietante de puñales peregrinos.

Yo no quiero la piel de tu escritura alabada
Por lechuzas incautas: no me atrae
Ni tu fama ni tus premios ni tu nada.

Yo quiero tu palabra. No te muerdas
La lengua. Inventa primaveras. Abre
Tus labios sagrados como si fuese un deseo
Impostergable. No te quedes sin municiones:
Da curso a la lengua de tus antepasados,
Al fuego de tus apetitos elementales.

Pide la palabra: es tu espejo. Tu aguardiente.
El barro triste de un corazón desangelado.
No silencio.
Viento entero.
No mudez.
Soplo eterno.











Pérez Grande, Hildebrando. Aguardiente, forever. Lima: Hipocampo Editores, 2007 (Colección Katatay) ISBN: 978-9972-2915-5-5

domingo, 28 de agosto de 2011

Carlos Germán Belli, Sextina del Uroboros



Sextina del Uroboros

(Los versos que giran entre sí
y la sierpe mordiéndose la cola)

Esta sextina es como aquella sierpe
que se muerde la cola con su boca,
y así una y otra la circular vida
destacan a través de tantos siglos,
como que boca y cola son mil voces,
constituyendo el soberano uno.

Dos rotaciones encarnando el uno,
engulléndose en sí el verso y la sierpe,
erre con erre las postreras voces,
igual que del ofidio cola y boca.
emblema del empalme de los siglos,
o quintaesencia de la pura vida.

Que una y otra retratan esta vida,
desde el inerme cero al voraz uno,
por entre la cascada de los siglos,
y el tiempo se doblega ante la sierpe
e impertérrita emite la gran boca
las humanas y reiterada voces.

Y el orbe coronado por las voces,
y no muerte mas sí redonda vida,
cuando justo la cola entra en la boca,
tal si las cosas se unen y son uno,
que lo piensa la mente de la sierpe,
e igual Arnaut Daniel hace ya siglos.

En la cola engullida cada siglo
y en la ronda infinita de las voces,
así la estrofa sexta, así la sierpe,
y en ambas palpitando cuánta vida,
hasta ser todo finalmente uno,
en cada caso gracias a la boca.

He aquí la cola unida con la boca,
tal la continuidad del raudo siglo,
que todo es inexcusablemente uno:
la rueda del ofidio y de las voces,
que al repetirse avivan más la vida,
tal como cuando engúllese la sierpe.

¡Ea perenne sierpe!, ¡oh sumas voces!,
todo en la vida es únicamente uno,
y bocaza lo canta siglo a siglo.



Tomado de Doce Sextinas Peruanas (Lima: Academia Peruana de la Lengua, Paracaida editores, 2011)


Caricatura de Juan Carlos Suñén.

domingo, 27 de febrero de 2011

Ángel Gavidia: Tres poemas



La casa derruída
COMO una herida
vive a la orilla del río
la casa derruída.

¿Qué de mí encuentro en ella?

Será lo que aún queda
o lo que ya se fue...
(La soledad y otros paisajes)



En la posada donde, cuentan, pernoctó el viejo Darwin

FUE menester que el duro corazón
larga y pacientemente se escarbara
hasta hallar como el canto
o como el agua
la ternura brotando de la especie.
(Un gallinazo volando en la penumbra)




Poema encontrado en un viejo estante junto a un libro de Eguren

La niña trenza sus trenzas
en el chorro de la aldea.

El chorro husmea a la niña
como zorrito con hambre.

Los duendes
-que el chorro habitan-
se zambullen en el agua
como piojos de colores
en la pelambre del zorro.

Trenza sus trenzas la niña
en el chorro de la aldea
el zorro la está lamiendo
como zorrito con hambre.

(Fuera de valija)


Ángel Gavidia, nació en Mollebamba (La Libertad, Perú) es uno de los más finos poetas peruanos, un verdadero hacerdor de metáforas. Su poesía se caracteriza por la concentración y la elección precisa de la palabra que hacen del acto poético un momento insospechado para el/la lector/a. Ha publicado La soledad y otros paisajes (1987),Un gallinazo volando en la penumbra (1996) y Fuera de valija (2008).
Foto: Ángel Gavidia, en Mixturas (Trujillo).