CANTO CREPUSCULAR DE LOS HABITANTE TELÚRICOS
Los arados gritan:
¡TIERRA!
Las raíces gritan:
¡AGUA!
Los bueyes
lloran
de pena.
Los sauces
Palidecen
De
tristeza.
Las palanas
se oxidan
de cólera
y
la alforjas
se quedan anémicas.
Ya las huellas
de
los llanques
desparecen
en
los campos
y
este campesino
siempre pobre,
siempre afligido,
te grita
¡TIERRA!
¡AGUA!
HIPOTECAS QUE DILATAN
LA MEMORIA
Siempre quiso realizar el sueño
de la casa propia.
Trabajó sin descanso
inclusive domingos
y feriados.
Renunció del sindicato
para no tener
que plegarse a
las huelgas.
Ahorró hasta el último centavo.
No le importó que le dijeran avaro
amarillo pequeño
burgués…
Hizo del sacrificio su ley
y se olvidó de los bautizos
de los matrimonios de los
cumpleaños…
Aconsejaba a sus amigos asociarse a una mutual.
Era un gran admirador de las mansiones
con piso de mosaico y amplios
ventanales.
No siempre la casa lo compensa todo: aunque
sea propia.
Murió con una angustia de veinte años
sentado en un
balcón.
Carlos Sánchez Vega (Cartavio, Perú, 1944). Poeta y
narrador. Ha publicado La fuerza de los
días (1976) y Fuera del paraíso
(1981).
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