Quipus
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Ocultos por el tiempo y la maleza, indicios vagos
de otra Edad se enredan con placer en nuestras manos.
Quien lee una inscripción en el pecho de un relámpago
montaraz o avive la memoria como un viejo navío
de totora que navega en el espejo de la tarde, descubre
que el pasado es cosa seria, manantial que aún perdura,
cruz de camino, olas de un por venir esplendoroso, nuestro.
Y la textura de cada nudo inmemorial es una luciérnaga
que oscurece, iluminando, nuestro más íntimo juramento:
opaco lapislázuli, promesa no cumplida, vaso de maíz
fermentado (como el pasado), velamen hinchado hasta
el cogote, agárrennos si pueden, semilla que otoñará
cuando dejemos de existir (como el presente).
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Ocultos por el tiempo y la maleza, indicios vagos
de otra Edad se enredan con placer en nuestras manos.
Quien lee una inscripción en el pecho de un relámpago
montaraz o avive la memoria como un viejo navío
de totora que navega en el espejo de la tarde, descubre
que el pasado es cosa seria, manantial que aún perdura,
cruz de camino, olas de un por venir esplendoroso, nuestro.
Y la textura de cada nudo inmemorial es una luciérnaga
que oscurece, iluminando, nuestro más íntimo juramento:
opaco lapislázuli, promesa no cumplida, vaso de maíz
fermentado (como el pasado), velamen hinchado hasta
el cogote, agárrennos si pueden, semilla que otoñará
cuando dejemos de existir (como el presente).
Gallo ciego
Un gallo ciego canta
En la terraza de la noche.
Y su esforzado arte
No se pierde en el olvido.
Igual a ti, confunde
El olor de la madrugada
Con el triste respirar de la magnolia.
¿Y entonces, dónde está la Poesía ?
Un gallo ciego ilumina la noche
con el cuchillo limpio de su canto.
La escritura sagrada
Tú no eres más que un racimo de valses
Maravillosamente mundanos. Punto
Y raya. Un relámpago harapiento
De ademanes y remolinos y nomeolvides.
Siempre reverberas sobre la página en blanco
De tus amores perdidos como una lluvia
Inquietante de puñales peregrinos.
Yo no quiero la piel de tu escritura alabada
Por lechuzas incautas: no me atrae
Ni tu fama ni tus premios ni tu nada.
Yo quiero tu palabra. No te muerdas
La lengua. Inventa primaveras. Abre
Tus labios sagrados como si fuese un deseo
Impostergable. No te quedes sin municiones:
Da curso a la lengua de tus antepasados,
Al fuego de tus apetitos elementales.
Pide la palabra: es tu espejo. Tu aguardiente.
El barro triste de un corazón desangelado.
No silencio.
Viento entero.
No mudez.
Soplo eterno.
Pérez Grande, Hildebrando. Aguardiente, forever. Lima: Hipocampo Editores, 2007 (Colección Katatay) ISBN: 978-9972-2915-5-5
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