viernes, 17 de septiembre de 2010

Blanca Varela/ Auvers-Sur-Oise





Auvers-Sur-Oise


Nadie te va a abrir la puerta.

Sigue golpeando.Insiste.

Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del teléfono.

Te equivocas.

Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos, latigazos.

No. Es música.

No. Alguien llora muy despacio.

No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que lame el cielo pálido y vacío.

No. Es un incendio.
Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres, todas

las cosas desaparecen en esa melodía ardiente.

Tú estás solo, al otro lado.

No te quieren dejar entrar.

Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil.

Sé el gusanito transparente, enroscado, insignificante.

Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide con tu

vientre turbio y caliente su inexpugnable redondez.

Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y de la

vida. No puedes entrar. Dicen.


(Valses y otras falsas confesiones, 1972)

Audio: Cortesía Palabra Virtual:

-http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=2047&p=Blanca Varela&t=Auvers-sur-Oise&o=Blanca Varela

jueves, 15 de abril de 2010

Carlos Oquendo de Amat, poema al lado del sueño


p o e m a a l l a d o d e l s u e ñ o



Parque salido de un sabor admirable

Cantos colgados expresamente de un árbol

Árboles plantados en los lagos cuyo fruto es una estrella

Lagos de tela restaurada que se abren como sombrillas

Tú estás aquí como la brisa o como un pájaro

En tu sueño pastan elefantes con ojos de flor

Y un ángel rodará los ríos como aros

Eres casi de verdad

pues para ti la lluvia es un íntimo aparato para medir el cambio

moú Abel tel ven Abel en el té

Distribuyes signos astronómicos entre tus tarjetas de visita


1925

sábado, 10 de abril de 2010

Sinfonía en gris mayor, Rubén Darío


SINFONÍA EN GRIS MAYOR


Rubén Darío


El mar como un vasto cristal azogado

Refleja la lámina de un cielo de zinc;

Lejanas bandadas de pájaros manchan

El fondo bruñido de pálido gris.


El sol como un vidrio redondo y opaco

Con paso de enfermo camina al cenit;

El viento marino descansa en la sombra

Teniendo de almohada su negro clarín


Las ondas que mueven su vientre de plomo

Debajo del muelle parecen gemir.

Sentado en un cable, fumando su pipa,

Está un marinero pensando en las playas

De un vago, lejano, brumoso país.


Es viejo ese lobo. Tostaron su cara

Los rayos de fuego del sol del Brasil;

Los recios tifones del mar de la China

Le han visto bebiendo su frasco de gin.


La espuma impregnada de yodo y salitre

Ha tiempo conoce su roja nariz,

Sus crespos cabellos, sus biceps de atleta,

Su gorra de lona, su blusa de dril.


En medio del humo que forma el tabaco

Ve el viejo el lejano, brumoso país,

A donde una tarde caliente y dorada

Tendidas las velas partió el bergantín...


La siesta del trópico. El lobo se aduerme.

Ya todo lo envuelve la gama del gris.

Parece que un suave y enorme esfumino

Del curvo horizonte borrara el confín.


La siesta del trópico. La vieja cigarra

Ensaya su ronca guitarra senil,

Y el grillo preludia un solo monótono

En la única cuerda que está en su violín.


(1891)



Rubén Darío, Prosas Profanas y otros poemas (Librería de la Va. C. Bouret, 1908).